Traductor

domingo, 14 de julio de 2013

La Gran Purga de Stalin



Para no hacer muy pesada su lectura, pueden comprobar que existe mas informacion mediante enlaces, les ruego que sigan el orden y lean todos los enlaces antes de continuar con el texto, empezando por La Depuracion de 1937-1938 que esta acontinuacion.


Ningún episodio de la historia soviética ha suscitado odios tan feroces entre la burguesía del mundo entero como la operación de depuración de 1937-1938. La denuncia sin matices de la depuración puede leerse en términos idénticos en una hoja neo-nazi, en una obra con pretensiones académicas de Zbigniew Brzezinski, en un planfeto trotskista o bajo la pluma del ideólogo en jefe del ejército belga.

En un principio Stalin no tenia planeado aplicar ninguna purga, es mas, él mismo fue tolerante hasta la muerte por atentado de su mano derecha Kirov. Los hombres de confianza de Stalin fueron objeto de atentados y Kirov fue el punto final y punto de partida en dirección a las purgas importantes. Stalin en un principio tenia el objetivo marcado de democratizar la Unión Soviética lo cual se puede ver en sus discursos, incluso fue tolerante y permisivo con los ataques constantes y descalificaciones del trotskismo tanto hacia Lenin en la primera etapa y posteriormente hacia Stalin como máxima autoridad.

He aquí la tesis central desarrollada por Stalin en su Informe del 3 de marzo de 1937 que inició la depuración. Stalin afirma que ciertos dirigentes del partido "se han mostrado despreocupados, bonachones e ingenuos" y que han faltado a la vigilancia respecto a los enemigos y a los anticomunistas infiltrados en el Partido. Stalin habla del asesinato de Kirov, el número dos del partido bolchevique de la época: "El asesinato de Kirov fue la primera advertencia seria que demostraba que los enemigos del pueblo iban a entrar en el doble juego y de que, haciéndolo, se camuflarían de bolcheviques, de miembros del Partido para ganarse la confianza y abrirse el acceso a nuestras organizaciones. El proceso del Bloque zinovievistatrotskista (1936) ha mostrado con toda evidencia que los zinovievistas y los trotskistas agrupaban a su alrededor a todos los elementos burgueses hostiles, que se han convertido en agentes del espionaje de la Gestapo; que el doble juego y el camuflaje, son para ellos el único medio de penetrar en  nuestras organizaciones, y que la vigilancia y la perspicacia política constituyen el medio más seguro para  impedir esta penetración." "Cuanto más avancemos y más éxitos alcancemos, mayor será el furor de los  deshechos de las clases explotadoras para frenarnos, más rápidamente recurrirán a formas de lucha más  agudas, más dañinas para al Estado soviético, más volverán a los procesos de lucha desesperados, como último recurso de hombres destinados a su perdición" (Rittersporn, p.129 y 142).

¿Psicosis "Estalinista" o Realidad?

La primera pregunta que debemos hacernos es, ¿Era real la afirmacion de Stalin?, ¿El partido se estaba llenando de traidores que trabajaban para acabar con el Poder Sovietico?

Bajanov Boris (Adjunto a Stalin)

Durante la guerra civil que costó de 8 a 9 millones de muertos, la burguesía ha combatido a los bolcheviques con las armas en la mano. Derrotada ¿qué podía hacer? ¿suicidarse? ¿ahogar sus penas en vodka? ¿convertirse en bolcheviques? Imaginaron algo mejor. Desde la victoria definitiva de la revolución bolchevique, elementos de la burguesía consiguieron infiltrarse en el Partido para combatirlo desde el interior y para preparar las condiciones de un golpe de Estado burgués. Un cierto Boris Bajanov escribió un libro muy instructivo sobre ello titulado Con Stalin en el Kremlin. Boris nació en 1900. Tenía pues 17-19 años en los momentos de la revolución en Ucrania, su región natal. En su libro, Bajanov publicó orgullosamente la fotocopia de un documento nombrándolo adjunto de Stalin. Llevaba la fecha del 9 de agosto de 1923. La decisión del Buró de organización decía: "El camarada Bajanov es nombrado adjunto del camarada Stalin, secretario del Comité Central". Bajanov hizo este comentario jubiloso: "Soldado del ejército antibolchevique, me impuse la difícil y peligrosa tarea de penetrar en el seno del Estado Mayor enemigo. Y había alcanzado mi objetivo" (Bajanov Boris, Con Stalin en el Kremlim. Ed. de France, París, 1930. p.2-3). El joven Bajanov, en tanto que adjunto de Stalin, llegó a ser secretario del Buró político y debía tomar notas de todas sus reuniones. Tenía 23 años. En su libro, escrito en 1930, explica cómo su carrera política comenzó desde que vio llegar al Ejército soviético a Kiev. Tenían entonces 19 años: "Los bolcheviques la tomaron en 1919, sembrado el espanto. Gritarles mi menosprecio a la cara sólo me habría valido diez balas en la piel. Tomé otro partido. Para salvar a la élite de mi ciudad, me coloqué la máscara de la ideología bolchevique" (Bajanov, p.7). "Desde 1920, la lucha abierta contra el azote bolchevique había terminado. Combatirlo desde fuera no era posible. Era necesario minarlo desde dentro. En las fortalezas comunistas, era muy importante introducir un caballo de Troya. Todos los hilos de la dictadura se unían cada vez más en el nudo único del Politburó. El golpe de Estado no podía en adelante salir más que desde allí" (Bajanov, p.4-5). En el curso de los años 1923-24, Bajanov asistió a todas las reuniones del Buró político. Supo mantenerse en puestos diferentes hasta su fuga, en 1928.

Salomon Georges (Adjunto del Comisario del Pueblo para el Comercio e Industria)

Tomemos otro libro-testimonio. La carrera de su autor, Georges Salomon, es aún más interesante.

Salomón era un cuadro del Partido bolchevique, nombrado en julio de 1919, adjunto del Comisario del Pueblo para el Comercio y la Industria. Era el amigo íntimo de Krassin, viejo bolchevique, que acumulaba entonces las funciones de Comisario de Vías y Comunicaciones y las del Comisariado de Comercio e Industria. En una palabra, tenemos aquí a dos miembros de la "vieja guardia de los tiempos heroicos" tan queridos por Henri Bernard de la Academia Militar. En diciembre de 1917, Salomón viaja de Estocolmo a Petrogrado, donde se da prisa por preguntar a su amigo Krassin sobre la situación política. Según Salomón, éste último le dijo que: "¿Un resumen de la situación? Se trataba de una posición sobre el socialismo inmediato, de una utopía llevada hasta la necedad más extrema. ¡Están todos locos, incluso Lenin! Olvidan las leyes de la evolución natural, olvidan nuestras advertencias en cuanto al peligro de intentar la experiencia socialista en las condiciones actuales. En cuanto a Lenin, es un delirante continuo. En realidad, vivimos bajo un régimen netamente autocrático" (Salomón Georges, Entre los señores rojos, serie anticomunista del Centro Internacional de la Lucha contra el Comunismo, Ed. Spes, París, 1930, p.19). Este análisis no difiere en nada del de los mencheviques: Rusia no está madura para el socialismo, quien quiera introducirlo deberá recurrir a métodos autocráticos. A principios de 1918, Salomón y Krassin se reunieron en Estocolmo. Los alemanes habían reemprendido su ofensiva y ocuparon Ucrania. Las insurrecciones antibolcheviques se multiplicaban. No estaba nada claro quién gobernaba en Rusia, si los bolcheviques o los mencheviques y sus amigos industriales... Salomón resume sus conversaciones con Krassin:

"Comprendíamos que este nuevo régimen había introducido una serie de medidas absurdas, destruyendo a las fuerzas técnicas, desmoralizando a los técnicos expertos y sustituyéndolos por comités obreros. Nos habíamos dado cuenta de que la tendencia de aniquilar a la burguesía era no menos absurda. Esta burguesía estaba aún destinada a aportarnos muchos elementos positivos. Esta clase estaba llamada a llevar a cabo su misión histórica y civilizadora" (Salomón, p.36). Salomón y Krassin parecen, evidentemente, titubear si deben o no unirse a los "verdaderos" marxistas, los mencheviques, con los cuales comparten la preocupación de "salvar" a la burguesía, portadora de progreso. ¿Cómo podía pasarse sin ella? ¿No sería posible, a pesar de todo, desarrollar el país con "fábricas dirigidas por obreros ignorantes"? (Salomón, p.19). Pero la situación del poder bolchevique se estabilizó y dice Salomón: "un cambio va llegando progresivamente en nuestras apreciaciones de la situación". "Nos preguntábamos si teníamos el derecho de mantenernos distanciados. ¿No deberíamos, en interés de nuestro pueblo, al que queríamos servir, poner a disposición de los soviets nuestras fuerzas, nuestra experiencia, a fin de aportar a esta empresa elementos de salud? ¿No tendremos más posibilidad de luchar contra esta política de destrucción general, que había marcado la actividad de los bolcheviques? Podríamos oponernos igualmente a la destrucción total de la burguesía. Pensábamos que reemprender las relaciones normales con Occidente llevaría necesariamente a nuestros dirigentes a ponerse al paso de otras naciones y que la tendencia hacia el comunismo inmediato comenzaría a decrecer y finalizaría por diluirse completamente. En el rigor de estos razonamientos, llegamos Krassin y yo, a la resolución de entrar al servicio de los soviets" (Salomón, p.36). Así que, según las afirmaciones de Salomón, él y Krassin pactaron un programa secreto que pusieron en práctica accediendo a los puestos de Ministro y Viceministro bajo Lenin: se opusieron a todas las medidas de la dictadura del proletariado, por lo tanto protegieron tanto como pudieron a la burguesía, y tenían la intención de establecer relaciones de confianza con el mundo imperialista, todo ello para ¡"hacer desaparecer progresiva y completamente" la orientación comunista del Partido!

El 1º de agosto de 1923, durante una permanencia en Bélgica, saltó el muro y se pasó al otro lado. Su testimonio apareció en 1930 bajo los auspicios de la organización belgo-francesa "Centro Internacional de Lucha Activa contra el Comunismo". El viejo bolchevique Salomón tiene ahora ideas bastante decididas. "El gobierno de Moscú, formado por un pequeño grupo de hombres, arrastra, con la ayuda de la GPU a la esclavitud y al terror a nuestro gran país. (...) Los sátrapas soviéticos se ven cercados por todas parte por la cólera, la gran cólera popular. Embargados de loco terror, son cada vez más feroces, derramando oleadas  de sangre humana" (Salomón, p.348 y 351). Son los mismas palabras que años antes, habían utilizado los mencheviques. Fueron recogidas enseguida por Trotski y 50 años más tarde, el ideólogo del Ejército belga dirá las mismas. Es importante anotar que los términos "loco terror", "esclavitud" y "oleadas de sangre" fueron utilizadas por el 'viejo bolchevique' Salomón para describir la situación de la URSS bajo Lenin y en el curso del período liberal de 1924-1929, antes de la colectivización. Todas las calumnias bajo el "régimen de terrorismo sanguinario", dirigidas por la burguesía al régimen soviético bajo Stalin, habían sido lanzadas ya, palabra por palabra, contra la Unión Soviética de Lenin. Salomón representa un caso interesante, el de un "viejo bolchevique" que se opuso fundamentalmente a toda la empresa de Lenin, pero que eligió el "sujetarlo" y "desviarlo" desde el interior. En 1918 ya ciertos bolcheviques habían acusado a Salomón delante de Lenin de ser un burgués, un especulador y un espía alemán... Salomón lo negó indignado. Pero es importante anotar como, desde su huida de la URSS, se ha exhibido como un feroz anticomunista.

Frunze

El libro de Bajanov, mencionado más arriba, contiene también otro pasaje muy interesante. "Frunze, -escribe-, pudiera ser que fuera el único hombre entre los dirigentes que deseaba la liquidación del régimen y el retorno de Rusia a una existencia más humana. Frunze era un bolchevique. Pero entró en el Ejército, cayó bajo la influencia de antiguos oficiales y generales, se compenetró con sus tradiciones y se convirtió hasta la médula de los huesos, en un soldado. Cuanto más se apasionaba por el Ejército, más llegaba a aborrecer al comunismo. Pero sabía callar y disimular sus pensamientos. Se creía llamado a jugar en el porvenir el papel de Napoleón. Frunze tenía un plan de acción bien definido. Buscaba, ante todo arruinar la potencia del Partido en el Ejército Rojo. Para comenzar, logró la supresión de los comisarios, que en su calidad de representantes del Partido, estaban emplazados bajo su mando. Después, siguiendo osadamente su proyecto de golpe de Estado bonapartista, Frunze escogió con perseverancia, para los puestos de comandantes de división, de los cuerpos armados y de las regiones, a verdaderos militares sobre los cuales contaba apoyarse. Para que el ejército pudiese cumplir su golpe de Estado, hacía falta una situación excepcional, una situación que hubiera podido, por ejemplo, llevar a la guerra. Su habilidad en dar un tinte comunista a todos sus actos, era extremado. No obstante Stalin descubrió sus intenciones." (Bajanov, Con Stalin en el Kremlim. Ed. de France, París, 1930, p.105-109). Es difícil saber si Bajanov tiene razón, en lo que concierne a su juicio sobre Frunze. Pero su texto muestra que ya en 1926, algunos especulaban sobre tendencias militaristas y bonapartistas en el seno del Ejército para poner fin al régimen soviético. Tokaïev escribió más tarde que en 1935 "El Aeropuerto militar central Frunze era uno de los centros de sus enemigos (de Stalin) irreconciliables" (Tokaïev: Camarada X, p.33). Cuando Tujachevski fue detenido y fusilado en 1937, se le atribuyeron exactamente las mismas intenciones que ya Bajanov atribuía a Frunze, en su redacción de 1930.

Zinoviev Alexandre

En 1939 Alexandre Zinoviev era un brillante alumno de Instituto a sus 17 años. "He podido constatar la diferencia entre la realidad y las ideas del comunismo, hago responsable a Stalin de esta ruptura" (Las confesiones de un hombre de más" Ed. Olivier Orban, 1990, p.105). Esta frase expresa perfectamente el idealismo pequeñoburgués de quien, queriendo aceptar los ideales comunistas, lo hace abstrayéndose de la realidad económico-social, además del contexto internacional en el cual la clase obrera ha tenido que iniciar su realización. Los idealistas pequeñoburgueses rechazan los ideales comunistas cuando deben hacer frente a la severidad de la lucha de clases y a las dificultades materiales que encuentra trabajando para la construcción socialista. "Era un antiestalinista convencido desde la edad de 17 años" - afirma Zinoviev- (Zinoviev, p.104). "Me consideraba un neo-anarquista" (p.126) Leía con pasión las obras de Bakunin y de Kropotkin, después las de Jeliabov y la de los populistas (Zinoviev, p.110 y 118). La Revolución de Octubre había sido hecha, en realidad, "para que los funcionarios del aparato pudieran tener sus vehículos en función de uso personal, vivir en apartamentos y dachas suntuosas"; ellos ambicionaban "la instauración de un Estado centralizado y burocrático" (p.113, 111). "La idea de la dictadura del proletariado era una necedad" (Zinoviev, p.115). Luego, Zinoviev continúa: "La idea de un atentado contra Stalin invadía mis pensamientos y mis sentimientos. Me había inclinado ya por el terrorismo.(...) Estudiamos las posibilidades de un atentado: en el desfile de la Plaza Roja, provocaríamos una confusión artificial que nos permitiera, armados con una pistola y granadas, abalanzarnos sobre los dirigentes". Poco después, con su amigo Alexéi, preparó un nuevo atentado "programado para el 7 de noviembre de 1939" (Zinoviev, p.118, 120, 122).

Zinoviev entró en la Facultad de Filosofía, un establecimiento de élite. "A mi entrada, comprendí que, pronto o tarde, tendría que adherirme al PC. No tenía ninguna intención de expresar abiertamente mis convicciones: no obtendría nada más que disgustos. Había elegido ya mi vía. Quería ser un revolucionario en lucha contra la nueva sociedad. Decidí disimularme por un tiempo y ocultar mi verdadera naturaleza" (Zinoviev, p.116).

Estos cuatro casos nos dan ya una idea de la gran dificultad que encontró el poder soviético en la lucha contra sus enemigos más encarnizados, escondidos y actuando en secreto, enemigos que se han esforzado por todos los medios en minar y destruir al Partido y al poder soviético desde su interior.


El asesinato de Sergei Kirov

El 1º de diciembre de 1934, el número 2 del Partido, Sergei Kirov, fue asesinado en su oficina del Cuartel general del Partido en Leningrado. El asesino entró simplemente enseñando su carnet del Partido.Se llamaba Nicolaievski. Había sido expulsado del Partido, pero había podido guardarse el carnet...

Los contrarrevolucionarios, en las cárceles y campos, se entregaron a su juego de intoxicación habitual: "¡Es Stalin quien ha asesinado a Kirov"! Esta "lectura" sobre el asesinato de Kirov será propagada en Occidente por el disidente Orlov, en 1953. En el momento de los hechos, Orlov estaba en... España (el asesino de Nin). En el libro que publicó después de su huida a Occidente en 1938, Orlov informa sobre "rumores de pasillo" captados durante sus permanencias en Moscú. Pero hizo falta esperar 15 años para que, ayudado por la guerra fría, el disidente Orlov tuviese la suficiente presencia de ánimo para hacernos su revelación sensacional... Para dar credibilidad a esta historia, se pretendía que Kirov era "un moderado" y que se había convertido en "el principal rival" de Stalin. Pero los que estudiaron las intervenciones de Kirov, deducen que siempre aportó un apoyo total a Stalin y que siempre se mostró muy duro particularmente con los opositores.

Tokaïev, miembro de una organización anticomunista clandestina, escribió que Kirov fue asesinado por un grupo opositor y que él, Tokaïev, había seguido de cerca los preparativos del atentado. Liuskov, un hombre del NKVD que huyó al Japón, confirma esta versión (Arch Getty, The Great Purgues p.207).

El asesinato de Kirov llegó en un momento en que la dirección del Partido creía que lo más duro había pasado ya, y que la unidad del Partido estaba consolidada. La primera reacción de Stalin fue desordenada y reflejó un auténtico pánico. La dirección creyó que el asesinato del número 2 marcaba el comienzo de un golpe de Estado. Un nuevo decreto fue inmediatamente publicado, preveyendo un proceso expeditivo para el arresto y ejecución de terroristas. Esta medida draconiana fue resultado del presentimiento de un peligro mortal para el régimen socialista. En los primeros momentos, el Partido buscó los culpables entre los medios de sus enemigos tradicionales, los blancos. Algunos de ellos fueron ejecutados. Después, la policía encontró el diario de Nikolaievski. En él no se hacía ninguna referencia a una organización opositora que hubiese preparado el asesinato. El informe llegó a la conclusión de que el grupo Zinoviev había "influido" a Nikolaïev y a sus amigos, pero no encontró indicios de una implicación directa de Zinoviev. Este último fue simplemente enviado otra vez al exilio interior. La reacción del Partido evidenció un gran desconcierto. Todos estos hechos demuestran la inconsistencia de la tesis según la cual Stalin habría "preparado" el atentado para lanzar su "plan diabólico" de exterminio de la oposición.


Fue diez y seis meses más tarde, en junio de 1936, cuando la fiscalía reabrió el informe de Kirov sobre la base de informaciones nuevas. Concernían a la creación de una organización secreta, desde octubre de 1932, de la que Zinoviev y Kamenev formaban parte. La policía poseía pruebas de que Trotski había enviado, a principios de 1932, cartas clandestinas a Radek, Sokolnikov, Péobanjenski y otros, incitándoles a acciones más enérgicas contra Stalin. Getty encontró rastros de ellas en los archivos de Trotski (Getty, p.245).

En octubre de 1932, el antiguo trotskista Goltsman se había entrevistado en Berlín, en la clandestinidad, con el hijo de Trotski, Sédov. Discutieron una propuesta de Smirnov de crear un Bloque de la oposición unificada, que comprendiera a trotskistas, zinovievistas, y partidarios de Lominadze. Trotski insistía sobre la necesidad del "anonimato y clandestinidad". Poco después, Sédov escribió a su padre diciéndole que el Bloque había sido oficialmente constituido y que se esforzaba aún por reunir a los grupos Safarov-Tarkhanov (Getty, p.119-120). El Boletín de Trotski publicó, bajo seudónimo, informes de Goltsman y Smirnov. Así fue como la dirección del Partido se encontró frente a pruebas irrefutables de un complot tendente a derribar a la dirección bolchevique y a alzar al poder a un amasijo de oportunistas que no eran más que peldaños para las viejas clases explotadoras. La existencia de este complot era un signo alarmante al más alto grado.



Volvamos otra vez al descubrimiento, en 1936, de los vínculos entre Zinoviev-Kamenev-Smirnov y el grupo anticomunista de Trostski en el extranjero. El proceso de los zinovievistas tuvo lugar en agosto de 1936. Concernían esencialmente a elementos que se encontraban después de muchos años al margen del Partido. La represión contra los trotskistas y zinovievistas, dejaron intactas las estructuras del Partido. Durante el proceso, los acusados hicieron referencias a Bujarin. Pero la fiscalía llegó a la conclusión de que no había ninguna prueba de una implicación de Bujarin y por lo tanto no siguió las investigaciones en esa dirección, es decir, entre los medios autorizados de los cuadros dirigentes del Partido. No obstante, la tendencia radical en el seno de la dirección del Partido, había publicado en julio de 1936 una carta interna que ponía el acento sobre el hecho de que los enemigos habían penetrado en el aparato mismo del Partido, que ocultaban sus verdaderas intenciones proclamando ruidosamente su apoyo a la línea general para mejorar su trabajo de sabotaje. Era muy difícil desenmascararles, anotaba la carta. Esta carta contenía también esta afirmación: "En las circunstancias actuales, la cualidad inalienable de cada bolchevique debe ser la capacidad de detectar al enemigo del Partido, inclusive si es capaz de enmascararse bien" (Getty, p.123). Esta frase puede parecer a algunos como una condensación de la paranoia "estalinista". Que reflexionen pues sobre esta confesión de Tokaïev, miembro de una organización anticomunista en el seno del PCUS. Tokaïev describe en un libro que publicó, su reacción ante el proceso de Zinoviev y ante la asamblea del Partido en la Academia militar Jukovski, en donde ocupaba un puesto importante: "En esta atmósfera, sólo había una cosa que hacer para mi: dejarse arrastrar por la corriente. En mi discurso, me concentré sobre Zinoviev y Kamenev, evitando toda mención a Bujarin. Pero el presidente no me lo dejó pasar: ¿aprobaba, sí o no, las conclusiones de Vishinsky de hacer investigaciones sobre las actividades de Bujarin? Dije que las conclusiones de Vishinsky de hacer investigaciones de las actividades de Bujarin, Rykov, Tomski y Uglanov tenían el apoyo popular y del Partido y yo estaba completamente de acuerdo en que "los pueblos de la Unión Soviética y nuestro Partido tenían el derecho de conocer las intrigas, el doble juego de Bujarin y de Rykov". Tengo confianza en que este único ejemplo hará comprender a mis lectores en qué atmósfera sobrecargada, de qué forma ultraconspirativa -uno no llegaba a tener confianza en el carácter de otros- nosotros, opositores de la URSS, debíamos trabajar" (Tokaïev, pp.60-61).

Es evidente que en el momento del proceso del bloque trotskista-zinovietista, Stalin no apoyó la tendencia radical y mantuvo su confianza en el jefe del NKVD, Yagoda. Este pudo determinar la orientación del proceso del Bloque trotskista-zinovietista y limitó de forma notable la envergadura de la depuración después del descubrimiento del complot. No obstante, una duda pesaba ya sobre Yagoda. Muchas personas, entre las cuales estaban Van Heijenoort, secretario de Trotski, y Orlov el tránsfuga del NKVD, han afirmado después que Mark Zborowski, el colaborador más próximo a Sedov, trabajada para... los servicios soviéticos (Getty, p.121). En estas condiciones, ¿Yagoda habría podido no saber nada sobre la existencia del Bloque Trotski-Zinoviev hasta 1936? ¿En dónde lo había escondido? Algunos en el seno del Partido se cuestionan esta posibilidad. Es la razón por que a principios de 1936, Ejov, partidario de la tendencia radical, fue nombrado como adjunto de Yagoda.



El 23 de septiembre de 1936, una serie de explosiones hundían a varias minas de Siberia, por segunda vez en nueve años. Hubo 12 muertos. Tres días más tarde, Yagoda fue nombrado Comisario de las Comunicaciones y Ejov jefe de la NKVD. Al menos hasta este día, Stalin había apoyado la política más bien liberal de Yagoda. Las investigaciones en Siberia llevaron a la detención de Piatakov, antiguo trotskista, adjunto de Ordjonikidze, el Comisario de Industria pesada. Próximo a Stalin, Ordzonikidze había seguido una política de utilización y de reeducación de los especialistas burgueses. Así, en febrero de 1936, había amnistiado a 9 "ingenieros burgueses", condenados en 1930 durante un proceso estrepitoso por sabotaje. A propósito de la industria, habían habido grandes debates durante años y hasta divisiones en el seno de la dirección. Los radicales, dirigidos por Molotov, se oponían a la mayor parte de los especialistas burgueses, que juzgaban indignos de confianza política. Reclamaban una depuración. Ordzonikidze, el comisario de Industria pesada, por contra, afirmaba que había necesidad de ellos y que debían utilizarse sus capacidades.

Estos viejos debates sobre los especialistas de pasado sospechoso ha vuelto a salir con la ocasión de las explosiones en las minas siberianas. Las investigaciones revelaban que Piatakov había utilizado en gran escala a estos especialistas burgueses para sabotear las minas.

En enero de 1937 tuvo lugar el proceso de Piatakov, Radek y otros antiguos trotskistas, que confesaron sus actividades clandestinas. Para Ordzonikidze, el golpe fue tan duro que se suicidó. Seguramente que autores burgueses han afirmado que las acusaciones de sabotaje sistemático eran completamente inventadas con el único objetivo de eliminar a los oponentes políticos. Pero, precisamente un ingeniero americano había trabajado entre 1928-37 como cuadro dirigente en una gran cantidad de minas del Ural y Siberia, y quedó impresionado por la cantidad de sabotajes. El testimonio de John Littlepage, técnico extraño a la política, es de un gran interés.

Littlepage describe como desde su llegada a las minas soviéticas, en 1928, se dio cuenta de la amplitud del sabotaje industrial, este método de lucha preferido por los enemigos del régimen soviético. Existía una cierta base de masas combatiendo a la dirección bolchevique que, si ciertos cuadros altamente emplazados del Partido decidieran darles soporte o simplemente proteger a los saboteadores, podrían debilitar seriamente al régimen. He aquí lo escrito por Littlepage: "Un día de 1928, entraba en una planta generadora de las minas de Kochkar. Pasando, mi mano se hundió en el recipiente principal de una gran máquina Diesel y tuve la sensación de alguna cosa grumosa en el aceite. Hice parar inmediatamente la máquina, y sacamos casi un litro de arena de cuarzo, que sólo podía haber sido colocado adrede. Otras muchas veces, hemos encontrado, en las nuevas instalaciones de las fábricas de Kochkar, arena en las máquinas como en los reductores de velocidad que eran cerrados y que sólo pueden ser descubiertos si se les abre la cubierta por un apretón de la mano. Este mezquino sabotaje industrial era tan común en todas las ramas de la industria, que los ingenieros rusos ya no se preocupaban mucho y se sorprendieron por mi preocupación cuando lo constaté por primera vez.

¿Por qué -me he preguntado yo- este sabotaje es tan común en la Rusia soviética y tan raro en otros países? Las personas que preguntan esto no se han dado cuenta de que las autoridades rusas han librado y libran aún, una serie de guerras civiles, abiertas o disfrazadas. En principio, han combatido y desposeído a la antigua aristocracia, a los banqueros, a los terratenientes y a los mercaderes del régimen zarista. Luego han combatido y desposeído a los pequeños propietarios independientes, a los pequeños comerciantes y a los pastores nómadas de Asia.

Naturalmente, todo ello era por su propio bien, dicen los comunistas. Pero, muchas de esas personas no pueden ver las cosas con los mismos ojos, y son enemigos feroces de los comunistas y de sus ideas, inclusive cuando les han hecho entrar en una industria del Estado. Es desde estos grupos de donde provienen los nuevos obreros, enemigos tan encarnizados de los comunistas que deteriorarían sin remordimientos a todas las empresas que pudieran." (Littlepage Jhon D.: A la búsqueda de las minas de oro en Siberia 1928-1937, éd. Payot, Paris, 1939, p.181-182).



Durante el Proceso de enero de 1937, Piatakov, el antiguo trostkista, fue condenado como responsable del mayor sabotaje industrial. Littlepage tuvo la ocasión de constatar personalmente que Piatakov estaba mezclado en las actividades clandestinas. He aquí lo que relató sobre ello: "En la primavera de 1931, Serebrovski me habló de una misión de grandes compras que había sido enviada a Berlín bajo la dirección de Iuri Piatakov que era entonces vice-Comisario de la Industria pesada. Llegué a Berlín, más o menos al mismo tiempo que la misión. Entre otras ofertas de compra, la misión hizo la de varias docenas de elevadores, yendo de cien a mil caballos-vapor. Estos elevadores consistían habitualmente en tambores, armazones, montacargas, etc. emplazados sobre un asiento de barras I ó H. La misión había pedido precios en pfennigs por kilogramo. Muchas firmas licitaban, pero con diferencias considerables -de cinco a seis pfennig por kilogramo- entre la mayor parte de las ofertas había las de dos casas en donde los precios eran notablemente inferiores. Estas diferencias me hicieron examinar de cerca las especificaciones y descubrí que estas dos casas habían sustituido la base de fundición requerido, por acero ligero, de manera que si sus ofertas hubiesen sido aceptadas, los rusos habrían pagado en realidad más, ya que la base de fundido pesaba mucho más que el acero ligero, pero habría parecido pagar menos al juzgar después en pfennig por kilogramo. Esto me pareció ser un truco y me tomé el placer de plantear este descubrimiento. Informé a los miembros rusos de la misión con satisfacción. Y me quedé perplejo, al ver que no quedaban del todo satisfechos. Llegaron hasta a presionarme para que aceptase la compra, diciéndome que había comprendido mal lo que ellos deseaban." "No podía explicarme sus actitud. Pensé que podía ser un asunto de ‘comisiones’" (Littlepage, p.91-92).

Cuando en su proceso Piatakov hizo las declaraciones ante el Tribunal, dijo: "En 1931, estuve en misión de servicio en Berlín. A mediados del verano de 1931, en Berlín, Smirnov Ivan Nikititch me informó que en este momento, la lucha trotskista volvía a tomar fuerza contra el gobierno soviético y la dirección del Partido y que él, Smirnov, había tenido una entrevista en Berlín con el hijo de Trotski, Sédov, que le había dado, bajo encargo de Trotski, nuevas directrices. (...) Smirnov me informó que Sédov deseaba mucho verme. Consentí en tener esta entrevista. (...) Sédov me dijo que un centro trotskista ya se había formado; se trataba de la unificación de todas las fuerzas capaces de llevar a cabo la lucha contra la dirección estaliniana. Se sondaba la posibilidad de restablecer una organización común con los zinovievistas. Sédov dijo igualmente que los derechistas, en las persona de Tomski, de Bujarin y de Rykov, no habían depuesto ni mucho menos las armas, que no se retenían más que momentáneamente, y que era necesario restablecer lazos con ellos. (...) Sédov me dijo que sólo exigía de mi una sola cosa: que hiciese la mayor parte de mis pedidos posibles a dos casas alemanas, Borsig y Demag, y que él, Sédov, se entendería sobre los medios de obtener las sumas necesarias, con la condición, estaba claro, que las diferencias en los precios mayores que se fijaran sobre los pedidos soviéticos pasarían por entero o al partido o a manos de Trotski para servir a sus fines contrarrevolucionarios" (El Proceso del centro antisoviético trotskista, Cuenta rendida stenográfica, Moscú 1937, p.22,23,24,28).

Littlepage hace sobre ello el comentario siguiente: "Este pasaje de la confesión de Piatakov tiene una explicación plausible, según mi parecer, pues eso es lo que pasó en Berlín en 1931, cuando yo tuve sospechas de que los rusos que envolvían a Piatakov querían que yo aprobase una compra de elevadores de mina que no eran sólo demasiado caros, sino que no habrían tenido utilidad para las explotaciones a las que habían sido destinados. No podía creerme que estos hombres buscasen simplemente su comisión. Pero estaban habituados a las conspiraciones desde antes de la revolución y habían corrido el riesgo por lo que consideraban su causa" (Littlepage, p.98).


El proceso Riutin

En el curso de los años 1928-1930, Bujarin había sido criticado muy duramente por sus ideas socialdemócratas, y principalmente por su oposición a la colectivización, su política de "paz social" con los kulaks y su voluntad de ralentizar el esfuerzo de la industrialización.

Llevando más lejos las concepciones de Bujarin, Mikhail Riutin formó en 1931-32 un grupo abiertamente contrarrevolucionario. Riutin, antiguo miembro suplente del CC, fue secretario del Partido de un distrito de Moscú hasta 1932. Estaba rodeado de muchos jóvenes bakuninistas muy conocidos, entre ellos Slepkov, Maretskii y Petrovskii (Cohen Stephen F.: Bukharin and the Bolshevik revolution, Vintage Books, New York, 1975, p.343) Petrovskii, retrógrado en el momento de la expulsión de Riutin, ¡reaparecerá en 1934 como Jefe del Departamento Ideológico de Leningrado! (Cohen, p.355).

En 1931, Riutin editó un documento de 200 páginas, verdadero programa de un contrarevolucionario burgués. De el podemos leer: "Era ya, en 1924-25, cuando Stalin tomó en consideración organizar su "18 Brumario". Igual que Luis Bonaparte, juró delante de la cámara fidelidad a la Constitución y al mismo tiempo preparó su proclamación como emperador. (...) Stalin preparó su 18 Brumario "sin efusiones de sangre" procediendo a la amputación de un grupo después de otro. (...) Aquellos que no saben reflexionar de forma marxista piensan que la eliminación de Stalin significaría al mismo tiempo el hundimiento del poder soviético. (...) La dictadura del proletariado perecerá inevitablemente por culpa de Stalin, no tendremos muchas ocasiones para salvarla.

¿Qué hacer?

El Partido.

1 Liquidar la dictadura de Stalin y de su grupo.
2. Reemplazar a toda la dirección del aparato del Partido.
3. Convocar inmediatamente un congreso extraordinario del Partido.

Los soviets.

1. Nuevas elecciones excluyendo el nombramiento.
2. Reemplazamiento de la máquina judicial e introducción de una legalidad rigurosa.
3. Reemplazar y purgar el aparato de la GPU.

Agricultura.

1. Disolución de todos los koljoses creados a la fuerza.
2. Liquidación de todos los sovjoses deficitarios.
3. Detención inmediata del saqueo a los campesinos.
4. Reglamentación de la explotación de la tierra por los propietarios privados y la concesión a estos de las tierras por un tiempo prolongado" (Novedades de Moscú, n°21, 27 de mayo de 1990).

El Programa del "comunista" Riutin no difería, en su esencia, del de los contrarrevolucionarios burgueses; liquidar la dirección del Partido; desmantelar el aparato de la Seguridad del Estado; restablecer la explotación de la tierra a los propietarios privados y a los kulaks. Todos los contrarrevolucionarios, desde Khruschev a Gorbachov y Eltsin, se adhirieron más tarde a este Programa. Pero, en 1931, Riutin, así como Trotski, se vieron obligados a envolver su programa de una fraseología de "izquierdas": preconizaban la restauración del capitalismo, ¡hay que ver!, para salvar la dictadura del proletariado y para poner fin a la contrarrevolución, es decir llegar "al 18 Brumario" o al "Termidor".





 El revisionismo de Bujarin


A partir de 1931, Bujarin jugó un papel preponderante en el trabajo del Partido entre los intelectuales. Su influencia fue grande entre la comunidad científica de la URSS y en el seno de la Academia de las Ciencias. (Cohen, p.355) Como redactor jefe del periódico gubernamental Izvestia, Bujarin pudo promover su propia corriente política e ideológica. (Cohen, p.355) En el primer congreso de los escritores, Bujarin elogió a Pasternak, que preconizaba un "apoliticismo militante" en literatura (Cohen, p.356). Bujarin se convirtió en el ídolo de los campesinos ricos, así como el portavoz de los nuevos tecnócratas.

Cohen, su biógrafo, pretende que Bujarin se sumó a la dirección de Stalin, para combatirlo mejor... He aquí su tesis: "Era evidente para Bujarin que el Partido y el país entero entraban en un nuevo período de incertidumbre, pero también de posibilidades de cambios en la política interior y exterior soviética. Para participar en estos acontecimientos y para influenciarlos, también él debía adherirse a la fachada de la unidad y de aceptación incondicional de la dirección ejercida por Stalin en el pasado, fachada detrás de la cual, la lucha secreta por la orientación futura del país sería manejada" (Cohen, p.354).En 1934-36, Bujarin escribió mucho sobre el peligro fascista y sobre la inevitable guerra con los nazis. Hablando de medidas a tomar para preparar al país para la guerra futura, Bujarin definió un programa que constituyó, de hecho, una puesta al día de sus antiguas ideas oportunistas de derechas y socialdemócratas. Es necesario eliminar "el enorme descontento entre la población", principalmente entre los campesinos. Era una nueva versión de su antiguo llamamiento a la reconciliación con los Kulaks -la única clase realmente "descontenta" en el campo en esos años-. Para atacar la experiencia de la colectivización, Bujarin desarrolló una propaganda sobre el tema de "la humanidad socialista", en donde el criterio sería "la libertad del desarrollo máximo para el máximo número de personas". En nombre de "la humanidad", Bujarin predicaba la conciliación de clases y "la libertad del desarrollo máximo"... para los elementos burgueses antiguos y nuevos. Para estar en condiciones de resistir al fascismo, era necesario introducir "reformas democráticas" y ofrecer una "vida próspera" a las masas. Ahora bien, el país se encontraba bajo la amenaza de los nazis y frente a la necesidad de grandes sacrificios para resistirlo, por lo que la promesa de una "vida próspera", tendía a la demagogia. Sin embargo, en esta sociedad relativamente poco desarrollada, los tecnócratas y burócratas aspiraban a la "democracia" para las tendencias burguesas nacientes y una "vida próspera" en detrimento de las masas trabajadoras. Y Bujarin fue su portavoz.

Lo esencial del programa bujarinista era pues, acabar con la lucha de clases, el cese de la vigilancia política hacia las fuerzas anti-socialistas, la promesa demagógica de un mejoramiento inmediato del nivel de vida y la democracia para las tendencias oportunistas y socialdemócratas.

Cohen, que es un anticomunista militante, no se equivoca cuando ve en este programa al precursor de la línea Kruschev (Cohen, p.361-163). Cohen afirma también que Bujarin criticó al fascismo alemán en términos muy ambiguos para insinuar que fenómenos análogos se desarrollaban en la Unión Soviética
(Cohen, p.362).




El proceso del grupo Socialdemocrata

A principios de marzo de 1937 tuvo lugar una reunión crucial del comité central del Partido bolchevique. En ella se decidió el inicio de una depuración y sobre la orientación a seguir. Un informe de Stalin, documento capital, fue publicado enseguida. En los momentos del pleno, la policía había reunido material que probaba que Bujarin estaba al corriente de las actividades conspirativas de los grupos antipartido desenmascarados durante los procesos de Zinoviev y de Piatkov. Bujarin había sido confrontado con las acusaciones en el curso del pleno. No obstante, contrariamente a los otros grupos, el de Bujarin se encontraba en el centro mismo del Partido y su influencia política era considerable. Algunos afirman que el informe de Stalin dio la señal del "terror" y de "la arbitrariedad criminal". Veamos pues el contenido real de este documento. (Stalin, Obras, Informe presentado al Pleno del CC del PC(b) de la URSS, 3-5 marzo de 1937)

Su primera tesis afirma que la falta de vigilancia revolucionaria y la ingenuidad política se han extendido en el Partido. El asesinato de Kirov ha sido la primera advertencia grave de la que no se han sacado todas sus consecuencias. El proceso de Zinoviev y de los trotskistas ha revelado que estos elementos estarán en lo sucesivo dispuestos a todo para destruir al régimen. No obstante, los grandes éxitos económicos han creado en el Partido un sentimiento de victoria y una atmósfera de suficiencia. Hay cuadros con tendencias a olvidar el cerco capitalista y la severidad de la lucha de clases a nivel internacional. Muchos están sumergidos por las pequeñas cuestiones de gestión y no se ocupan lo necesario de las grandes orientaciones de la lucha internacional y nacional.

Stalin dijo:

"En los informes que hemos oído en el pleno y en los debates que le han precedido,
parece lo que tenemos que hacer en los tres hechos principales siguientes: primero, en el trabajo de sabotaje, de espionaje y de diversión de los agentes de los estados extranjeros, entre los cuales los trotskistas juegan un papel bastante activo más o menos, tenemos tocadas a todas o casi todas nuestras organizaciones, tanto económicas como administrativas y del Partido.

Segundo, agentes de los Estados extranjeros, y entre ellos los trotskistas, se han introducido no sólo en las organizaciones de base, sino también en ciertos aparatos responsables.

Tercero, ciertos dirigentes en el centro y en las provincias, no solamente no han sabido discernir el verdadero viraje de estos saboteadores, agentes de diversión, espías y asesinos, sino que se han mostrado descuidados, bonachones e ingenuos hasta el punto de que ellos mismos han ayudado a acceder a los agentes de los Estados extranjeros a tal o cual puesto responsable."

Stalin, a partir de estas constantes, saca dos conclusiones:

"Primera, es necesario liquidar la credulidad y la ingenuidad políticas y reforzar la vigilancia revolucionaria. Los restos de las clases explotadoras recurren ahora a formas de lucha más agudas y se acercan a los procesos de lucha más desesperada" (Stalin: Informe, p.144).

En 1956, en su Informe secreto, Khruschev hizo una referencia a este pasaje. Pretendía que Stalin había "justificado su política de terror de masas" lanzando la idea: "cuando más avanzamos hacia el socialismo, más debe intensificarse la lucha de clases". (Informe Secreto de Khruschev, p. 83).

Esto fue un puro timo. La lucha de clases más "intensa", es la guerra civil generalizada que hace chocar a grandes masas, una contra la otra, como pasó en 1918-20. Stalin hablaba de los restos de las antiguas clases que en una situación desesperada, recurrían a formas de lucha más agudas: atentados, asesinatos y sabotajes.

La segunda conclusión de Stalin: para reforzar la vigilancia, es necesario mejorar la educación política de los cuadros del Partido. Proponía un sistema de cursos políticos de 4 a 8 meses para todos los cuadros, desde los dirigentes de célula hasta los dirigentes superiores.

Si en su primera intervención del 3 de marzo, Stalin llamó a elevar la lucha ideológica para que los miembros del CC tomasen conciencia de la gravedad de la situación y se dieran cuenta de la amplitud del trabajo subversivo llevado a cabo en el seno del Partido, su intervención del 5 de marzo la dedicó a combatir otras desviaciones, sobre todo la izquierdista y la burocrática. Stalin comenzó por poner explícitamente en guardia contra las tendencias a generalizar de forma arbitraria la depuración y la represión: "Es decir, ¿es necesario golpear y extirpar no sólo a los verdaderos trotskistas, sino también a los que en otro tiempo oscilaron hacia el trotskismo, y que, a continuación, hace tiempo ya que han abandonado al trotskismo?, ¿no solo a los que son realmente los agentes trotskistas saboteadores, sino también a los que se les ha ocurrido pasar por la calle por donde ha pasado no hace mucho tal o cual trotskista? Al menos, algunas voces han resonado en este sentido aquí, en esta asamblea plenaria. No podemos meter a todo el mundo en el mismo saco. Estas maneras simplistas de juzgar a los hombres sólo puede perjudicar a la lucha contra los verdaderos saboteadores y espías trotskistas" (Stalin. Informe, p.154).

Era necesario en previsión de la guerra, y a todo precio, depurar al Partido de los enemigos infiltrados; pero Stalin puso en guardia contra una extensión arbitraria de esta depuración que perjudicaría a la lucha contra los verdaderos enemigos. Si el Partido está amenazado por el trabajo subversivo de enemigos infiltrados, no lo estaba menos por las desviaciones graves entre los cuadros y sobre todo por la tendencia a formar bandas cerradas de amigos para cortar por lo sano con militantes y masas utilizando un estilo burocrático.

Stalin arremetió primero, contra "ese ambiente de familia" que impide "la crítica de los defectos del trabajo y la autocrítica de los que dirigen el trabajo". "La mayor parte del tiempo, los militantes son elegidos desde índices fortuitos, subjetivos, estrechos y mezquinos. Se escogen, la mayor parte de las veces, a los que llaman conocidos, amigos, compatriotas, gentes personalmente afectas, maestros en exaltar a sus jefes" (Stalin: Informe, p.155).

Después, Stalin criticó al burocratismo que en ciertas cuestiones, "es inaudito" (p.166). Durante las verificaciones, muchos simples obreros fueron excluidos del Partido por "pasividad". La mayor parte de estas expulsiones no se justificaban y deberían haber sido anuladas desde hace tiempo. Ahora bien, ciertos dirigentes adoptan una actitud burocrática hacia los comunistas injustamente excluidos. "Ciertos dirigentes pecan de falta de atención por los camaradas, no buscan conocer a los miembros del Partido. No tienen en cuenta su factor individual. Actúan habitualmente por azar. Sólo gente esencialmente hostil al Partido puede tratar de esta forma a los miembros del Partido" (Stalin: Informe, p.164).

El burocratismo impide también a los dirigentes instruirse y aprender de las masas. Por lo tanto, para dirigir correctamente al Partido y al país, los dirigentes comunistas deben apoyarse en la experiencia de las masas.

Finalmente, "el burocratismo hace imposible el control de los dirigentes por las masas del Partido. Los dirigentes deben rendir cuentas de su trabajo en las conferencias, escuchar las críticas de la base. Cuando hay elecciones, es necesario que se presenten varios candidatos y después de una discusión sobre cada uno, la elección debe hacerse con voto secreto" (Stalin: Informe, p.157).

Una organización clandestina anticomunista en el Ejército Rojo
En general, las depuraciones en el Ejército Rojo son presentadas como actos de represión ciega, marcados por la locura y la arbitrariedad; estos procesos habrían sido montados pieza a pieza, de manera diabólica, solo para asegurar la dictadura personal de Stalin.

¿Qué hay de ello en realidad? Un ejemplo concreto y excesivamente interesante permite captar ciertos aspectos esenciales. Un coronel del Ejército soviético, G.A. Tokaïev, se pasó a los ingleses en 1948.

 Escribió un libro titulado Camarada X, verdadera mina de oro para el que busca captar la complejidad de la lucha en el seno del partido bolchevique (Tokaïev G. A: Camarada X, Harvill Press, Londres, 1956). Ingeniero en mecánica especialista en aeronáutica, Tokaïev fue, de 1937 a 1948, secretario político de la mayor rama del Partido en la Academia de las Fuerzas Aéreas Zhukosski. Estaba, pues, entre los cuadros superiores (Tokaïev, p.84). Cuando entró en el Partido en 1931, con 22 años, Tokaïev era ya miembro de una organización anticomunista clandestina. ¡A cuya cabeza se encontraba un oficial superior del Ejército Rojo, miembro influyente del C.C. del Partido bolchevique! El grupo de Tokaïev tenía conferencias secretas, adoptaba resoluciones y enviaba emisarios a todas las partes del país.

A través de su libro, desarrolla las ideas políticas de su grupo clandestino. Aún teniendo en la cabeza los recientes desarrollos en la Unión Soviética, la lectura de los principales puntos del programa adoptado por esta organización anticomunista clandestina nos permite formular la conclusión siguiente: el programa anticomunista, adoptado por los conspiradores en 1931-1941, y por el cual corrían el riesgo de ir a parar a un piquete de ejecución en caso de ser descubiertos, este mismo programa salió del armario y fue enarbolado como un estandarte desde 1985 por el nuevo secretario general del partido, el señor Gorbachov...

Pero, examinemos todo esto de más cerca. Tokaïev se presenta en primer lugar como "un liberal y demócrata revolucionario" (Tokaïev, p.1). "Éramos -afirma él- enemigos de todo aquel que pensase dividir el mundo en "nosotros" y "ellos", en comunistas y anticomunistas" (Tokaïev, p.5).

El grupo Tokaïev "proclama el ideal de la fraternidad universal" y considera al cristianismo “como uno de los grandes sistemas de valores humanos universales” (Tokaïev, p.220).

El grupo Tokaïev era partidario del régimen burgués instalado por la revolución de Febrero. "La revolución de Febrero representaba al menos un fulgor de democracia que indicaba una fe latente en la democracia entre los hombres de la calle" (Tokaïev, p.75).

En el grupo de Tokaïev, se hacía circular un periódico de los mencheviques en el extranjero Sozialistichesky Vestnik, y el libro del menchevique G. Aaronson El alba del terror Rojo (Tokaïev, p.8).

Tokaïev reconoce el parentesco de su organización y la socialdemocracia internacional. "El movimiento democrático revolucionario está próximo a los socialistas democráticos. He trabajado en estrecha cooperación con muchos socialistas convencidos, como Kurt Schumacher. Hombres como Attlee, Bevin, Spaark y Blum significaban mucho para la humanidad" (Tokaïev, p.45).

Tokaïev luchaba también, por los "derechos del hombre", ¡de todos los anticomunistas, claro!. "A nuestros ojos, no había tarea más urgente e importante para la URSS que la lucha por los derechos del hombre, del individuo" (Tokaïev, p.15). El multipartidismo y la división de la URSS en repúblicas independientes eran los dos puntos esenciales del programa de los conspiradores.

El grupo de Tokaïev, en donde la mayoría de sus miembros eran aparentemente nacionalistas de la región del Cáucaso, basaban su acuerdo con un plan de Yenukidze que "ambicionaba la destrucción del estalinismo hasta sus raíces y reemplazar a la URSS reaccionaria de Stalin por una "unión libre de pueblos libres". El país sería dividido de golpe en diez regiones naturales: los Estados Unidos del Cáucaso del Norte; la República Democrática Ucraniana, la República Democrática de Moscú, de Siberia, etc." (Tokaïev, p.21).

En el curso del año 1939, estudiaban un plan para derribar al gobierno de Stalin. El grupo Tokaïev se preparó para "buscar un apoyo exterior, en particular de la II Internacional, y de elegir una nueva Asamblea Constituyente cuya primera medida sería poner fin al sistema de partido único" (Tokaïev, p.160).

El grupo clandestino de Tokaïev se empeñó en una lucha a muerte contra la dirección del Partido. "En el curso del verano de 1935, nosotros los opositores, militares y civiles, nos dábamos plena cuenta de que nos habíamos metido en una lucha a muerte" (Tokaïev, p.17).

En fin, Tokaïev es de la opinión que Inglaterra "es el país más libre y más democrático del mundo" (Tokaïev, p.189). Y sobre la Segunda Guerra mundial: "Mis amigos y yo mismo éramos grandes admiradores de los EE.UU." (Tokaïev, p.274). Es bastante asombroso ver que, tenemos ahí, casi punto por punto, el programa del señor Gorbachov. A partir de 1985, las ideas que defendían entre 1931-1941 las organizaciones anticomunistas clandestinas, han aflorado a la cabeza del Partido. Gorbachov ha denunciado la división del mundo entre socialismo y capitalismo y se ha convertido a los "valores universales". El acercamiento con la socialdemocracia, Gorbachov la predicó abiertamente a partir de 1986. El multipartidismo fue una hecho en la URSS en 1989. Lo que la Revolución de Febrero había aportado a Rusia como "la esperanza democrática", Eltsin acaba de recordárselo al señor Chirac. La transformación de "la Unión Soviética reaccionaria" en una Unión de Repúblicas libres, ha sido realizada...

El proceso Tujachevski y la conspiración anticomunista en el Ejército

El 26 de mayo de 1937, el mariscal Tujachevski y los comandantes Yakir, Uborevoch, Eideman, Putna, Ferdman y Primakov fueron arrestados y juzgados ante un Tribunal Militar. El 12 de julio, se hizo pública su ejecución.

Desde principios de mayo, se sospechaba de ellos. El 8 de mayo, el sistema de los comisarios políticos fue reintroducido en el Ejército. Esta reintroducción del sistema que databa de la guerra civil, reflejaba el temor del Partido a las tendencias bonapartistas en el seno del Ejército (Getty, p.167).

Unas instrucciones del 13 de mayo de 1927 del Comisariado de la Defensa había puesto fin al control ejercido por los comisarios políticos sobre la oficialidad superior. El comandante militar recibió la responsabilidad para "la dirección política general, con el fin de realizar una coordinación integral de los asuntos militares y políticos en las unidades". Su "asistente político" devino el responsable para "el conjunto del trabajo del Partido"; éste debía informar al comandante sobre las condiciones políticas de la unidad. (Carr, Foundations of a planned economy vol. II, p.352). La Academia Político-Militar Tolmachev de Leningrado y los comisarios de distrito militar de Bielorrusia protestaron contra "la depreciación y la disminución del papel de los órganos políticos del Partido" (Carr, p.327). Blomberg, un oficial superior alemán, hizo un informe después de su misión en la URSS en 1928. Y anotó: "puntos de vista puramente militares toman cada vez más importancia; todo el resto le está subordinado" (Carr, p.320).

Como muchos soldados venían del campo, la influencia de los kulaks se hizo sentir muy fuertemente. Unshlikht, oficial superior, afirmaba en 1928 y 1929 que el peligro de desviaciones socialdemócratas era más grande en el Ejército que en las organizaciones civiles del partido (Carr, p.331).

En 1930, el 10% del cuerpo de oficiales, es decir unos 4.500 militares, eran antiguos oficiales zaristas. Cuando la depuración de las instituciones en otoño de 1929, Unshlicht había prohibido el lanzamiento de un movimiento amplio contra los antiguos oficiales zaristas en el Ejército (Carr, p.317).

Todos estos elementos indicaban fuertes influencias burguesas, que persistieron en el curso de los años 20-30 y que hicieron del Ejército uno de los cuerpos menos fiables del sistema socialista.

¿Complot?

V. Likhachev era, en 1937-38, oficial del Ejército Rojo en Extremo Oriente. En su libro La conspiración en Extremo Oriente, mostró que efectivamente había una amplia conspiración en el seno del Ejército (Getty, p.255).

El periodista Alexandre Werth escribió en su libro Moscú 41 un capítulo titulado El proceso de Tujachevski. En él se lee: "Estoy convencido de que la purga en el Ejércto Rojo tenía mucho que ver con el temor de Stalin a una guerra inminente con Alemania. ¿Quién era Tujachevski? Los agentes del "Décimo Buró" francés me habían dicho hacia tiempo que Tujachevski era pro-alemán. Y los checos me contaban la historia extraordinaria de la visita de Tujachevski a Praga, en donde después de un banquete -y estando muy borracho- dejó escapar que un acuerdo con Hitler era la única esperanza para Checoslovaquia y para Rusia. Y comenzó a injuriar a Stalin. Los checos enviaron informes sobre ello al Kremlim, y eso fue el fin de Tujachevski... y de muchos de sus partidarios" (Citado en Harpal Brar, Perestroika, published by Harpal Brar, London 1992, p. 161).

Robert Coulondre era embajador de Francia en Moscú entre 1936-38. En sus Memorias, evoca el terror de la Revolución francesa que, en 1792, aplastó a la aristocracia y preparó al pueblo francés para la guerra contra los Estados reaccionarios europeos. En aquella época, los enemigos de la revolución francesa, y sobre todo Inglaterra y Rusia, habían interpretado el terror francés revolucionario como un signo precursor del hundimiento del régimen. No obstante, sucedió lo contrario. "Lo mismo -dice Coulondre-, pasa hoy con la revolución soviética". "Poco después del arresto de Tujachevski, el ministro de Lituania, que estaba ligado a varios dirigentes bolcheviques, me dijo que el mariscal, irritado por las trabas que le ponía el Partido comunista al desarrollo de la potencia militar rusa, sobre todo a una buena organización del Ejército, había tomado la cabeza de un movimiento que tenía como objetivo yugular al Partido e instituir una dictadura militar. (...) Mi correspondencia puede testimoniar que di al 'terror soviético' su sentido verdadero. No se puede llegar a la conclusión -no he cesado de repetirlo- de que o el régimen se hace fiable o de que las fuerzas rusas se agotan. Por el contrario, es la crisis de crecimiento de un país en desarrollo rápido" (Coulondre Robert, De Stalin a Hitler, Ed. Hachette, 1950, p.82-84).

Churchill describió en sus Memorias como Hitler había prometido a Benés, Presidente de Checoslovaquia, respetar la integridad de su país, a condición de que se comprometiera a ser neutral en caso de guerra franco-alemana. "Durante el otoño de 1936, el Presidente Benés recibió un mensaje de una alta personalidad militar alemana, informándole de que si quería beneficiarse de los ofrecimientos de Hitler, sólo debía darse prisa, porque muy pronto iban a pasar acontecimientos importantes en Rusia que permitirían a Alemania "prescindir" de la ayuda de los checos. Mientras que Benés meditaba sobre el sentido de esta alusión inquietante, supo que el gobierno alemán estaba en contacto con importantes personalidades rusas por el canal de la embajada soviética en Praga. Esto formaba parte de lo que se llamó la conspiración militar y el complot de la vieja guardia comunista, que apuntaba a la destitución de Stalin y a introducir en Rusia un nuevo régimen cuya política tenía que ser pro-alemana. Poco después, fue practicada en la Rusia soviética una despiadada purga, sin duda útil, que depuró a los medios políticos y económicos. (...) El Ejército ruso también fue purgado de elementos pro-alemanes y su valor militar se ha resentido cruelmente. El gobierno soviético, en lo sucesivo, estará más prevenido contra Alemania.

Entiendo bien que Hitler lee muy claro los acontecimientos, pero, por todo lo que yo se, los gobiernos británico y francés no han sido suficientemente informados de lo que pasaba. Para M. Chamberlain, como para los estados mayores británico y francés, la depuración de 1937 aparece sobre todo como el episodio de una rivalidad que desgarra al Ejército ruso, y les da la imagen de una Unión Soviética cortada en dos por odios y venganzas inexplicables" (Churchill, La Segunda Guerra Mundial, Círculo de bibliografía, 1965, vol. I, p.295-296).

El trotskista Deutscher raramente pierde la ocasión para denigrar a Stalin. Por lo tanto, aunque afirma que en la base de los procesos de Moscú, sólo hay una "conspiración imaginaria", se ve obligado a escribir a propósito de la ejecución de Tujachevski: "Todas las versiones no estalinianas concuerdan sobre un punto: los generales proyectaban un golpe de Estado. Lo hacían por razones personales y sobre supropia iniciativa, sin haberse concertado antes con ninguna potencia extranjera. El episodio de este golpe de Estado debía ser una revuelta contra el palacio del Kremlin y debía acabar con el asesinato de Stalin.

Una operación militar decisiva estaba igualmente proyectada fuera del Kremlin, la toma por asalto del cuartel general de la GPU. Tujachevski era el alma de la conspiración. (...) Era pues él solo, de todos los jefes militares y civiles de la época, el que, por muchas consideraciones, se parecía al Bonaparte original y que habría podido jugar un papel de Primer Consul ruso. El comisario político en jefe del ejército, Gamarik, que más tarde se suicidó, formaba parte del complot. El general Yakir, comandante de Leningrado, debía asegurar la cooperación de la guarnición. Los generales Uborevirch, comandante de la Academia militar de Moscú, Primatov, adjunto de Budionny a la cabeza de la caballería, y algunos otros, estaban comprometidos en el complot" (Deutscher: Stalin éd. Gallimard. 1973, p.385-386). Deutscher, anticomunista consecuente, hasta cuando acepta la verdad del complot de Tujachevski, se da prisa en subrayar las "buenas intenciones" de los organizadores del complot, que querían "salvar al ejército y al país de la locura terrorífica provocada por las purgas" y asegura a sus lectores que Tujachevski no se movía "en interés de Alemania"... (Deutscher, p.10). El nazi León Degrell, en un escrito de 1977, hace referencia al caso Tujachevski en estos términos: "¿Quién en la Francia de la Revolución, pudo haber pensado, durante los crímenes del Terror, que surgiría, poco después, un Bonaparte que enderezaría, con su puño de hierro, la Francia caída al fondo del abismo? ¡Algunos años más, y este Bonaparte estuvo próximo a crear una Europa unida!"

"Un Bonaparte ruso también pudo surgir. El joven mariscal Tujachevski que Stalin mató bajo los consejos de Benés, tenía esa talla en 1937" (Narvaez Luis, Degrell me ha dicho, Faceta de Degrell, Ed. de Baucens, Bruselas, 1977. p.360-361). Reproducimos también la opinión de Molotov, el único miembro del Buró Político de 1953 que, con Kaganovitch, no ha renegado jamás de su pasado revolucionario. En el curso de los años 80, recordando la situación del año 1937, cuando la depuración se puso en marcha "Reinaba una tensión extrema. Durante este período, era necesario actuar sin la más mínima piedad. Creo que estaba justificado. Si Tujachevski, Yakir y Zinoviev hubiesen lanzado sus operaciones en tiempos de guerra, hubiese habido una lucha extremadamente dura, el número de víctimas habría sido colosal. ¡Colosal! Los dos lados habrían estado condenados al desastre. Tenían alianzas que se remontaban hasta con Hitler. Y lejos, Trotski tenían lazos parecidos. No podíamos tener dudas. Hitler era un aventurero y Trotski también, los dos tenían rasgos parecidos. Y los derechistas, Bujarin y Rykov, estaban unidos a ellos. Y, seguro, otros muchos dirigentes militares". (Tchuchev Félix, Ciento cuarenta conversaciones con Molotov Ed. Terra, Moscú, 1991 (en ruso), p.413).

La tendencia militarista y bonapartista

En un estudio financiero del ejército americano y realizado en el marco de la Rand Corporation, Román Kolkowicz analizó, desde el punto de vista reaccionario reinante en los servicios de Inteligencia militar, las relaciones entre el Partido y el Ejército en la Unión Soviética. Es interesante hacer notar como defiende todas las tendencias al profesionalismo, al apoliticismo, al militarismo y a los privilegios que se desarrollaron, desde los años 20, en el seno del Ejército Rojo. Y, está claro que Kolkowicz echa la culpa a Stalin por haber reprimido estas tendencias burguesas y militaristas.

Después de haber descrito como Stalin ha definido, en el curso de los años 20, el estatuto del Ejército en la sociedad socialista, Kolkowicz escribe: "El Ejército Rojo salió de este proceso como un agregado de la élite del Partido en el poder; se les prohibía a los oficiales su entera autoridad, necesaria para practicar la profesión militar; estaban vigilados en un estado permanente de incertidumbre sobre su carrera y la comunidad militar, que tiende a la exclusividad, era mantenida abierta a la fuerza, gracias a un sistema elaborado de control y de adoctrinamiento". "Stalin comenzó un programa masivo para asegurar armas al Ejército soviético, equipos y una logística moderna, pero le faltó preocuparse por la tendencia de los militares hacia el elitismo y la exclusividad, una propensión que crece con su renacimiento profesional.

Esta desconfianza era tan dominante que en el momento en que el peligro inminente de guerra se presentaba en Europa, Stalin golpeó a los militares durante las purgas masivas de 1937. (...) Encerrados por todos los lados por la policía secreta, los órganos políticos y las organizaciones del Partido y del Komsomol, la libertad de acción de los militares se encontraba severamente limitada".

Es interesante anotar lo que el Ejército americano "detesta" más del Ejército Rojo: la formación política ("adoctrinamiento") y el control político (por los órganos políticos, el Partido, el Komsomol y la Seguridad del Estado). En revancha, el Ejército americano ve con buenos ojos las tendencias a la autonomía y a los privilegios de los oficiales superiores ("elitismo") y el militarismo ("la exclusividad").

Las Purgas son analizadas por Kolkowicz como una etapa en la lucha del Partido, dirigida por Stalin contra las tendencias "profesionalistas" y bonapartistas entre los oficiales superiores. Estas corrientes burguesas sólo se han podido imponer después de la muerte de Stalin. "Con la muerte de Stalin y la división en el seno de la dirección del partido que le siguió, los mecanismos de control se fueron debilitando y los intereses y valores propios de los militares se expresaban abiertamente. En la persona del mariscal Zhukov, amplios sectores del ejército encontraron su portavoz. Zhukov logró desembarazar a la élite militar del control "invasor" de los órganos políticos; introdujo una estricta disciplina y la separación de los grados militares y pidió la rehabilitación de los dirigentes militares depurados y el castigo de los que les habían atormentado" (Roman Kolkowicz, The soviet military and the communist party, Princeron University Press. 1967, p.343-344). Zhukov fue el brazo armado de Khruschev durante los dos golpes de Estado en 1953 (el proceso Beria) y en 1957 (el proceso Molotov-Malenkov-Kaganovitch).

Vlassov
Pero, ¿no es aberrante suponer que generales del Ejército Rojo hayan podido tomar en consideración el colaborar con Hitler? Si no eran buenos comunistas estos militares, al menos ¿no eran ni nacionalistas?
A estas preguntas, respondemos en primer lugar por una contra-pregunta. ¿por qué esta hipótesis es más aberrante en la Unión Soviética que en Francia, por ejemplo? El hundimiento del capitalismo en la URSS y la dura lucha de clases contra la burguesía, ¿no constituían para todas las fuerzas nostálgicas de la libre empresa, motivo suplementario para colaborar con el "capitalismo dinámico" alemán? El mariscal Pétain, el vencedor de Verdún, ¿no era, acaso el símbolo del patriotismo francés? El general Weygand y el almirante Darlan, ¿no eran los defensores encarnizados del colonialismo francés? No obstante, llegaron a ser personajes clave del colaboracionismo francés.

Y la guerra mundial, ¿no ha demostrado que esta misma tendencia existía completamente entre
ciertos oficiales soviéticos?

El general Vlassov jugó un papel importante en la defensa de Moscú, en 1941. Hecho prisionero en 1942 por los alemanes, se pasó a su lado. Pero fue sólo el 16 de septiembre de 1944, después de una entrevista con Himmler, cuando recibió la autorización oficial de crear su "Ejército de Liberación Ruso", mientras que ya en 1943 había formado su primera división. Otros oficiales prisioneros se pusieron también al servicio de los nazis, de los que damos a continuación sus nombres.

El mayor general Trukhin, jefe de la sección operacional del Estado Mayor de la región del Báltico, profesor de la Academia del Estado Mayor general. El mayor general Malychkin jefe del Estado Mayor del 19º Ejército. El mayor general Blagovechtchenski, comandante de brigada; Chapovalov, comandante de tiradores, y Meandrov. El comisario de brigada Jilenkov, miembro del Consejo militar de la 32° Ejército.

Loscoroneles Maltzev, Zvérev, Nérianin y Buniatchecho, comandantes de la 389° división blindada. El capitán Bytchkov y el comandante Domanov (Tiempos Nuevos, nº 43, 1990, p.36-39).

Para justificar su deserción al lado de los nazis, Vlassov publicó la carta abierta: ¿Por qué me he comprometido en la lucha contra el bolchevismo? Lo que dice en la carta es extremadamente instructivo.

En primer lugar, su crítica del régimen soviético se parece como dos gotas de agua a las difundidas tanto por Trotski, como por la derecha occidental. "Veía que el obrero ruso llevaba una vida penosa, que los campesinos habían estado metidos por la fuerza en los koljoses, que millones de rusos desaparecían, detenidos sin ninguna forma de proceso. (...) El sistema de los comisarios desmantelaba al Ejército Rojo. La irresponsabilidad, la vigilancia, el espionaje hacían del mando un juguete en las manos de los funcionarios del partido tanto de civil como con uniforme. (...) Millares de los mejores comandantes, incluyendo los mariscales, han sido detenidos y fusilados". Se notará en este propósito, que Vlassov era partidario del ejército profesional, celoso de la autonomía militar, de deshacerse del control del Partido, exactamente como lo quería el estudio del Ejército americano que hemos citado más arriba.

Después Vlassov explica cómo su derrotismo lo ha llevado a unirse a los nazis. Veremos más adelante que la propaganda derrotista había sido llevada con encarnizamiento por Trotski y los trotskistas.

"Veía que la guerra estaba a punto de perderse por dos razones: a causa del rechazo del pueblo ruso a defender el poder bolchevique y al sistema de violencia que había creado, y a causa de la dirección irresponsable del Ejército".
Finalmente, con el lenguaje "anticapitalista" utilizado por los nazis, Vlassov explica... que la Nueva Rusia debe integrarse en el sistema capitalista e imperialista europeo. "(Es necesario) construir una Rusia Nueva, sin bolcheviques y sin capitalistas. (...) Los intereses del pueblo ruso se han sabido siempre armonizar con los del pueblo alemán, con los intereses de todos los pueblos de Europa. El bolchevismo ha aislado al pueblo ruso de Europa con un muro impenetrable" (Tiempos Nuevos, n° 43, 1990, p.36-39).


MAS INFORMACION:

Mi lista de blogs