En Grecia, pocos días después de la
remodelación del gobierno de coalición, los representantes de la llamada
troika internacional piden a los ministros que sigan adelante con la
reducción del salario mínimo y con la flexibilidad en los despidos, sin
tener en cuenta que de este modo aumenta la reacción de la oposición y
de los sindicatos.
Los representantes del Fondo Monetario
Internacional (FMI) han vuelto a Atenas, capital griega, para seguir de
cerca las reformas que ha acordado el Gobierno griego a cambio de la
ayuda económica internacional. En su encuentro con el ministro de
Finanzas, le han pedido que el salario mínimo sea reducido de los 586
euros que es hoy, a 350.
El proyecto del FMI es crear los
llamados “mini trabajos”, es decir trabajos con salario de 350 euros sin
seguros sociales ni derechos laborales, con el pretexto de que solo así
el país conseguirá ser competitivo. Además, se prevé que los patronos
puedan despedir más fácilmente a un trabajador sin pagarle ninguna
indemnización o con una indemnización mínima.
Los partidos de la oposición y los
sindicatos sostienen que las exigencias del FMI van a crear en Grecia un
medievo laboral, en un momento en que el paro alcanza el 30%.
Entre las exigencias de la llamada
troika internacional está la aprobación de una ley contra las huelgas,
que autorizará a los empresarios a privar de sus derechos laborales a
aquellos trabajadores que realicen huelgas.