En el curso de los años veinte-treinta, Stalin y los otros dirigentes bolcheviques llevaron a cabo
numerosas luchas contra las tendencias oportunistas en el seno del Partido. La refutación de las ideas antileninistas de Trotski, después de Zinoviev y Kamenev y a continuación las de Bujarin, iban tomando una lugar central. Estas luchas ideológicas y políticas fueron llevadas a cabo de forma correcta, pero firme y paciente, según los principio leninistas.
El Partido bolchevique llevó a cabo una lucha ideológica y política decisiva contra Trotski en el curso del período 1922-1927, sobre la cuestión de la posibilidad de la construcción del socialismo en un solo país, la Unión Soviética. Utilizando una fraseología "izquierdista", Trotski pretendía que la construcción socialista era imposible en la URSS en ausencia de una revolución victoriosa en un gran país industrializado. Esta tesis derrotista y capituladora de hecho era defendida desde 1918 por los mencheviques, que también habían llegado a la conclusión de la imposibilidad de instaurar el socialismo en un solo país atrasado. Numerosos textos de los dirigentes bolcheviques, esencialmente de Stalin y de Bujarin, están por ahí para atestiguar que esta lucha fue llevada correctamente.
En 1926-27, Zinoviev y Kamenev se unieron a Trotski en su lucha contra el Partido. Juntos formaron la Oposición Unificada. Ésta denunció la ascensión de la clase de los kulaks, criticó el "burocratismo" que invadía al partido, y organizaron fracciones clandestinas en su seno. Cuando cierto Ossovsky defendió el derecho a crear "partidos de oposición", Trotski y Kamenev votaron, en el Buró político, contra la exclusión de este individuo. Zinoviev recogió la teoría de Trotsky sobre "la imposibilidad de construir el socialismo en un solo país", teoría que había combatido violentamente años atrás, y hablada del peligro de "degeneración" del Partido. (Carr, Fundations of a planned economy 1926-29, Vol. 2 pp.7,1,11,20).
Trotski evocó en 1927 el "Termidor soviético", por analogía con la contrarrevolución en Francia cuando los jacobinos de derecha ejecutaron a los jacobinos de izquierdas. Luego Trotski explicó que a principios de la Primera Guerra Mundial, en el momento en que el Ejército alemán estaba a 80 kilómetros de París, Clemenceau derribó al gobierno débil de Poincaré para organizar una defensa feroz y sin concesiones. Quería decir que en caso de ataque imperialista, él, Trotski, podría dar un golpe de Estado a lo Clemenceau (Carr, p.28-29). Por sus maniobras y sus tesis, la oposición se desacreditó mucho y cuando llegó el momento de votar no recibió más que 6.000 votos sobre 725.000 (Carr, p.42). El 27 de diciembre de 1927, el Comité Central declaró que la oposición había hecho causa común con las fuerzas antisoviéticas y que aquellos que mantuviesen estas posiciones serían expulsados del Partido. Como consecuencia de esto todos los dirigentes trotskistas y zinovievistas fueron excluidos (Carr, p.60).
Pero, ya en junio de 1928, muchos zinovievistas publicaron una autocrítica y reingresaron, así como sus jefes Zinoviev, Kamenev y Evdokimov (Carr, p.60). Después una gran parte de los trotskistas les siguieron: Préobrajenski, Radek, Piatakov (Carr, p.67). En cuanto a Trotski, mantuvo su posición irreductible hacia el Partido y fue expulsado de la Unión Soviética.
La tercera gran lucha ideológica fue dirigida contra la desviación derechista de Bujarin, durante la colectivización. Bujarin preconizaba una política de tipo socialdemócrata, basada en la idea de la reconciliación de clases. De hecho, protegía el desarrollo de los kulaks en el campo y se convirtió en el portavoz de sus intereses. Exigía una ralentización de la industrialización del país. Bujarin estaba estremecido por la dureza de la lucha de clases en el campo, describiendo y denunciando sus "horrores". Durante esta lucha, se vio a antiguos "oponentes de izquierdas" ligar alianzas sin principios con Bujarin con el fin de derribar a Stalin y a la dirección marxista-leninista. El 11 de julio de 1928, durante los violentos debates que precedieron a la colectivización, Bujarin tuvo una entrevista clandestina con Kamenev. Se declaró partidario de un "bloque con Kamenev y Zinoviev para desplazar a Stalin" (Carr, p.65). En septiembre de 1928, Kamenev se aproximó a ciertos trotskistas para pedirles que volvieran al Partido a esperar "que la crisis madurara" (Carr, p.73).
Pero, después de la realización en lo esencial de la colectivización en 1932-33, las teorías derrotistas de Bujarin quedaron completamente desacreditadas. En este momento, Zinoviev y Kamenev, por su cuenta, habían reemprendido el combate contra la línea del Partido, sobre todo sosteniendo el programa contrarrevolucionario elaborado por Riutin en 1931-32, del que hablaremos más adelante. Fueron, por 2ª vez, excluidos del partido y exiliados en Siberia.
A partir de 1933, la dirección estimó que las batallas más duras por la industrialización y la colectivización habían pasado. En mayo de 1933, Stalin y Molotov firmaron la decisión de liberar al 50% de las personas enviadas a los campos de trabajo durante la colectivización. En noviembre de 1934, el sistema de gestión de los koljoses tomó la forma definitiva, los koljosianos tenían el derecho de cultivar por propia cuenta sus parcelas privadas y de criar ganado (Arch Getty, The Great Purges, p.94). Una distensión social y económica se hizo sentir en el país. La orientación general del Partido había probado su justeza. Kamenev, Zinoviev, Bujarin y un gran número de trotskistas habían reconocido sus errores. La dirección del Partido era del parecer de que las victorias clamorosas de la construcción socialista podían llevar a todos los opositores de estos últimos años a autocriticar sus posiciones erróneas y a asimilar las concepciones leninistas. Esperaban que todos los cuadros dirigentes aplicarían los principios desarrollados por Lenin concernientes a la crítica y la autocrítica, este método materialista y dialéctico que permite a cada comunista poder perfeccionar su educación política al realizar el balance de sus propias concepciones y con ello, reforzar la unidad política del Partido. Por esta razón, casi todos los dirigentes de las tres corrientes oportunistas, los trotskistas Piatakov, Radek, Smirnov y Préobrajenski, después Zinoviev, Kamenev y Bujarin, que antes habían estado en un puesto dirigente, fueron invitados al 10º Congreso en 1934, donde pronunciaron discursos. Este Congreso fue el de la victoria y el de la unidad. Stalin estaba convencido de que los antiguos desviacionistas trabajarían lealmente a pesar de todo, en la edificación socialista.
El estudio detallado de la lucha ideológica y política llevada a cabo en el seno de la dirección bolchevique entre 1922 y 1934, permitía refutar más bien que mal las contra-verdades y los prejuicios tan extendidos. Es completamente falso que Stalin prohibiese a los otros dirigentes expresarse libremente y que hiciera reinar su "tiranía" en el seno del Partido. Los debates y las luchas fueron llevadas de forma abierta durante un largo período. Las concepciones fundamentales diferentes se habían enfrentado con violencia y el porvenir del socialismo estaba bajo su dependencia. En la teoría como en la práctica, la dirección alrededor de Stalin probó que seguía una línea leninista y que las diferentes fracciones oportunistas eran la expresión de los intereses de la burguesía antigua y nueva. Stalin no sólo fue prudente y paciente en esta lucha, sino que permitió que los oponentes, después de haber comprendido sus errores, volviesen a la dirección. Stalin realmente creyó en la honestidad de las autocríticas presentadas por los antiguos oponentes.