Fuente: El Confidencial
Prisa empieza a ver la luz al final de su oscuro túnel. El grupo de medios de comunicación, que ha amenazado con presentar la suspensión de pagos en Estados Unidos, ha alcanzado ya el apoyo del 88% de los bancos acreedores al plan de reestructuración de su deuda, que en el mes de junio superaba los 3.200 millones de euros. Un porcentaje muy superior al 72% que anunció el pasado 4 de junio y que no garantizaba la viabilidad de una operación a vida o muerte para la compañía.
Según han asegurado fuentes financieras, los bancos medianos españoles se han sumado al acuerdo marco alcanzado a principios de junio con Banco Santander, CaixaBank, Bankia, HSBC, Natixis y BNP Paribas. Todos se han alineado para sacar adelante el alargamiento de la deuda acumulada por el grupo. Un apoyo vital para que la refinanciación salga adelante, pero que aún requiere del visto bueno del restante 12% de los acreedores.
Ese porcentaje minoritario, pero fundamental, se corresponde con las posiciones de los fondos oportunistas que compraron la deuda de Prisa en el mercado secundario a los prestamistas que optaron por reducir su exposición al grupo controlado años atrás por la familia Polanco. Entre los que vendieron parte de sus carteras están BBVA y, sobre todo, Bankia, que se deshizo parcialmente de su riesgo en la editora de El País la pasada primavera.
El banco nacionalizado vendió 200 de los 400 millones prestados a Prisa, posición acreedora con un descuento del 25%. El comprador fue Cerberus, que ahora se niega a refrendar el acuerdo marco de refinanciación. Fuentes próximas al grupo confían en que tanto este fondo como otros que también han aprovechado las rebajas finalmente se avendrán a firmar la extensión de la fecha de pago del sindicado.
La compañía ya avanzaba el pasado jueves, en la conferencia con analistas posterior a la presentación de resultados, que su posición había mejorado sustancialmente. Sin facilitar cifras, los gestores de la compañía aseguraron que el porcentaje de aceptación a refinanciar la deuda por parte de sus acreedores se encontraba “sustancialmente por encima” del 72% hasta ahora admitido. Del mismo modo, se comprometían a facilitar un nuevo dato a finales de la semana que entra.
Los ejecutivos de Prisa también se refirieron a la línea de crédito de 80 millones que acompañaba al acuerdo de refinanciación con los bancos de referencia de la casa. Y fue para confirmar que ya se habían dispuesto 25 millones de ese montante. El grupo de medios, inmerso en graves problemas de liquidez y en plena guerra del fútbol con Mediapro, arrojó unas pérdidas de casi 172 millones en los seis primeros meses del año, al tener que provisionar la friolera de 207 millones por el deterioro del valor de Digital+.
Tres vías alternativas
Si no logra el plácet del 100% de sus acreedores, Prisa pondrá en marcha una de las tres alternativas que baraja. La primera es replicar el movimiento de Celsa, la compañía siderúrgica que ha acudido a un juzgado mercantil para superar la oposición de algunos acreedores. La empresa catalana solicitó a un juez para someter a su dictamen el alargamiento del vencimiento de sus 2.700 millones de euros al que se negaban cuatro bancos extranjeros con el 7,5% de la deuda. La resolución extiende a los díscolos de forma obligatoria las condiciones cerradas con el resto de acreedores, lo que ha salvado al grupo de la familia Rubiralta de la quiebra.
La segunda es optar por la vía Cortefiel, que el pasado año usó la legislación británica para reestructurar su pasivo. En el Reino Unido, una refinanciación debe ser dada por buena cuando el 75% de los acreedores han dado su visto bueno. Es lo que se llama scheme of arrangement, vía que la empresa textil aprovechó para darle carreta a su deuda de 1.300 millones.
La última y la menos deseada por ninguna de las partes es presentar la suspensión de pagos (lo que se conoce como Chapter Eleven) en Estados Unidos, donde Prisa cotiza a través del Nasdaq. Un camino con el que el dueño de Digital+ ha amenazado si la posición de los fondos buitre no varía. Con esta alternativa, los acreedores lo perderían prácticamente todo, por lo que tampoco es deseable para ningún tenedor de deuda.