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domingo, 14 de julio de 2013

Los Sabotajes


Los sabotajes en el Ural

Durante su trabajo en las minas de Kalata, en la región del Ural, Littlepage ha sido confrontado con un sabotaje deliberado por parte de los ingenieros y cuadros del Partido. A él le parecía claro que estos actos procedían de una voluntad por debilitar al régimen bolchevique. Y se dio cuenta de que un sabotaje tan flagrante sólo se podía hacer con la aprobación de las más altas autoridades de la región del Ural. He aquí su relato extremadamente significativo: "Las condiciones generales pasaban por ser particularmente malas en las minas de la cuenca del Ural -la región minera entonces más prometedora para Rusia- aunque habían recibido la parte del león en el reparto de los fondos disponibles para reactivar la producción. Ingenieros de minas americanos habían sido contratados por docenas, y por centenares los contramaestres americanos habían sido igualmente llevados para dar instrucciones en cuanto al trabajo de extracción y de fábrica. Cuatro o cinco ingenieros de minas americanos habían sido atribuidos a cada una de las grandes minas de cobre del Ural, así como metalúrgicos americanos". "Estos hombres habían sido cuidadosamente seleccionados; habían obtenido excelentes notas en los EEUU. Pero, salvo algunas excepciones, habían decepcionado en cuanto a los resultados que obtenían en Rusia. Cuando Srebrovski recibió el control de las minas de cobre y de plomo, además de las de oro, deseaba saber por qué estos expertos importados no habían producido como era debido, y él me envió, en enero de 1931, con un metalúrgico americano y un director ruso comunista, para hacer una encuesta sobre la situación de las minas del Ural e intentar detectar lo que no estaba en orden y debía corregirse.”

"Descubrimos, en primer lugar, que los ingenieros y metalúrgicos americanos estaban allí sin que nadie cooperara con ellos; no se había hecho nada para ponerles intérpretes competentes. Habían examinado cuidadosamente las explotaciones que les habían asignado y habían consignado recomendaciones que hubiesen sido útiles inmediatamente, si hubieran sido puestas en práctica. Pero estas recomendaciones no habían sido traducidas en ruso o se quedaron en las carpetas. Los métodos de explotación eran tan erróneos que francamente, un ingeniero recién salido habría podido remarcar en qué erraban. Se abrieron campos de exploración demasiados vastos para permitir un control real, y la minería era extraña sin un estiba suficiente. La tentativa de provocar una producción apresurada en vez de tomar las precauciones pertinentes antes de estar acabadas, deterioraba gravemente a muchas minas, y hubieron diversos deslizamientos en vísperas de abandonarlas.”

"No olvidaré jamás la situación en la cual tuvimos que hacer frente en Kalata. Allí, en el Ural septentrional, se encontraba una de las más importantes explotaciones de cobre de Rusia, consistente en seis minas, un concentrador y una fundición, con hornos reverberantes y ventilados. Siete ingenieros de minas americanos de primera clase, habían sido designados poco tiempo antes en estos emplazamientos, y pagándoles altos salarios. El primer llegado, si se le hubiese dado la oportunidad, habría puesto la explotación en buen orden en unas pocas semanas." "Pero, en el momento que nuestra comisión llegó, sólo se les hacía pasearse en la marea de la burocracia. Sus recomendaciones eran letra muerta; no se les asignaba ningún trabajo en particular; estaban en la imposibilidad de inculcar sus nociones a los ingenieros rusos, primero por el idioma y luego por la falta de intérpretes competentes. Naturalmente, sabían lo que campeaba técnicamente en las minas y las fábricas de Kalata, y por qué la producción no era más que una fracción de aquella que debía de haberse conseguido con el utillaje y el personal disponible". "Nuestra comisión visitó las grandes minas de cobre del Ural y las inspeccionó con detalle. A despecho de las deplorables condiciones descritas, había más o menos unos planes y habían habido pocas quejas en los periódicos soviéticos, y también, relativamente, no habían sabotajes en las minas del Ural. Se daba allí un hecho curioso, porque los comunistas tenían la costumbre de atribuir a una intención deliberada una gran parte de la confusión y del desorden industrial. Pero, los comunistas del Ural que controlaban las minas de cobre, se comportaron asombrosamente callados." "En julio de 1931, después que Serebrovski hubo examinado nuestro informe, decidió enviarme de nuevo a Kalata, en calidad de ingeniero en jefe, a fin de ver si podría sacar alguna cosa de esta gran explotación. Me hizo acompañar de un director ruso comunista, que no conocía el arte minero pero que había recibido poderes completos, y, por adelantado, la orden de dejarme hacer. Los siete ingenieros americanos respiraron cuando constataron que disponíamos realmente de una autoridad suficiente para poner freno a la burocracia y para tratar que la suerte se manifestase. Los meses siguientes, descendimos a las minas con los hombres, según la tradición americana. Las operaciones progresaban rápidamente, y, al final de pocos meses, la producción aumentó un 90%".

"El director comunista era gallardo y serio. Pero los ingenieros rusos de estas minas, casi sin excepción, eran desagradables e hicieron lo posible por obstruirnos en nuestro trabajo. Elevaron objeciones contra todas las mejoras que sugeríamos. No estaba habituado a ello; los ingenieros rusos en las minas de oro donde trabajé, no habían actuado nunca así".

"Entretanto, el secretario en jefe del partido comunista de la región euraliana, Kabakov, ocupaba este puesto desde 1921. Estaba considerado tan poderoso que se le llamaba el "vice-rey bolchevique del Ural". Nada justificaba su reputación. Bajo su larga denominación, de aire eurasiano, una de las más ricas regiones mineras de Rusia y que recibió un capital de explotación ilimitado, no llegó a producir jamás lo que hubiese debido".

"La comisión de Kalata, cuyos miembros admitían más bien tarde que pronto las intenciones de sabotaje, habían sido enviados directamente por el cuartel general de este hombre. Hice entonces la observación, a varios de mis amigos rusos, que debería haber muchas más intrigas en el Ural que lo que me habían revelado y que debían venir de lo alto".

"Todos estos incidentes los vi más claros, en lo que a mi concierne, después el proceso por conspiración que se desarrolló en enero de 1937, cuando Piatakov, con muchos de sus asociados, confesaron ante el tribunal que habían montado un sabotaje organizado en las minas, en los ferrocarriles y en otras empresas industriales desde 1931. Algunas semanas más tarde, el secretario en jefe del partido del Ural, Kabakov, que había trabajado en asociación íntima con Piatakov, fue detenido bajo la acusación de complicidad en la misma conspiración" (Littlepage, p.95-96).

La opinión que expresa aquí Littlepage a propósito de Kabakov merece que nos paremos un instante, ya que Khruschev, en su infame Informe secreto de 1956, lo pone como ejemplo de dirigente meritorio, "perteneciente al Partido desde 1914", y ¡víctima "de las represiones que no se basaban en nada tangible"! (El informe de Khruschev y su historia, Branko Lazitch, Ed.de Sel, serie Historia, 1976, p.94-95).

El sabotaje en Kazakhtan

Littlepage, que estuvo en muchas regiones mineras, pudo constatar que esta forma de lucha de
clases encarnizada que era el sabotaje industrial se desarrolló por todo el territorio soviético.

He aquí como relata lo que vio en Kazaskstan entre 1932 y 1937, el año de la depuración: "En octubre de 1932, un SOS había sido lanzado por las famosas minas de zinc de Ridder, en Kazaskstan oriental, cerca de la frontera china. (...) Se me ordenó volver a coger de nuevo la obra, en calidad de ingeniero en jefe, y de aplicar los métodos que me parecieran apropiados. Al mismo tiempo, los directores comunistas recibieron aparentemente la orden de dejarme las manos libres y de apoyarme. El gobierno había gastado grandes sumas para dotar a estas minas de máquinas y de utillaje americano moderno, pero los ingenieros se habían mostrado tan ignorantes sobre el empleo de este utillaje y los obreros tan faltos de cuidado y tan estúpidos en la manipulación de las máquinas, que una gran parte de estos ingenios importados se habían estropeado sin posibilidades de reparación" (Littlepage, pp.100-101).

"Dos jóvenes ingenieros rusos de estas minas me parecieron particularmente competentes y puse mucho empeño al explicarles por qué las cosas iban mal y cómo debíamos comportarnos para ponerlas en orden. Me pareció que a estos jóvenes, después de las instrucciones que les di, podría darles los poderes necesarios para dirigir la explotación" (Littlepage, p.105-106).

"Las minas Ridder marcharon bastante bien durante 2 o 3 años después de que las reorganizáramos en 1932. Los dos jóvenes ingenieros, que me habían dado tan buena impresión, se quedaron dirigiéndolas y se fueron acomodando incontestablemente con éxito, aprovechando las instrucciones que les había dejado". "Luego, vino de Alma-Ata una comisión de investigación parecida a la que había sido enviada a las minas de Kalata. A partir de este momento, aunque los mismos ingenieros se quedaron en las minas, fue introducido un sistema enteramente diferente -sistema que todo ingeniero competente habría juzgado capaz de causar la ruina de las minas en unos meses-. Se habían hecho explotar los pilares que habíamos dejado para la protección de los pozos principales, de manera que el terreno se desplomó en los alrededores.”

"Los dos ingenieros de los que he hablado, no trabajaban ya en las minas cuando volví en 1937; supe que habían sido detenidos, acusados de complicidad en una conspiración de sabotaje de las industrias soviéticas, descubierto cuando el juicio de los conspiradores de enero. Cuando hube sometido mi informe, me mostraron las confesiones escritas de los ingenieros a los cuales había acordado mi amistad en 1932. Confesaban haber sido arrastrados a una conspiración contra el régimen de Stalin por comunistas de la oposición que les había convencido de que eran lo suficiente fuertes para derribar a Stalin y tomar el control del gobierno. Los conspiradores les habían probado que se apoyaban en comunistas del más alto rango. Aunque estos ingenieros fuesen sin partido, se les dijo que debían optar por una u otra fracción y eligieron el peor caballo".

"Según sus confesiones, la "comisión de investigación" estaba compuesta por conspiradores que iban de una mina en otra para reclutar a partidarios. Después de persuadirlos de unirse a ellos en la conspiración, los ingenieros de Ridder hicieron servir mis instrucciones escritas... para saber cómo sabotear las minas. Habían introducido deliberadamente los métodos contra los cuales les había puesto en guardia, y así lograron causar la ruina de las minas" (Littlepage, p.107-108).

"Nunca me había interesado por las sutilezas de las ideas políticas. Pero, estoy firmemente convencido de que Stalin y sus asociados tardaron un cierto tiempo en darse cuenta de que los comunistas expulsados eran sus peores enemigos". "Mi experiencia confirmó la explicación oficial, desde que se desembarazaron de su logomaquia y se llegó a la simple afirmación según la cual los comunistas "de fuera" conspiraban para hundir a los comunistas "de dentro" utilizando el recurso a la conspiración subterránea y al sabotaje industrial, porque el sistema soviético había ahogado todos los medios legítimos de llevar acabo una lucha política". "La querella comunista se convirtió en un gran asunto de Estado, al que numerosos no-comunistas fueron arrastrados y tuvieron que tomar partido. Una cantidad de pequeños personajes de toda índole estaban dispuestos a ayudar a toda tentativa opositora subterránea, simplemente porque se sentían descontentos de la situación" (Littlepage, p.268-169).

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